martes, 10 de mayo de 2011

Mi madre

Se hacía llamar, mi madre
Silueta incansable
Sus ojos, estrellas distantes
Memorias incondicionales.

La brújula que dirigió mi niñez
Sus brazos, la cuna del universo
Tibio y suave perfume su respiración
Sus palabras son de colores.

Sus alas, me protegieron del mundo exterior
Sólo Dios sabe cuánto ha sufrido
Pero sus ganar de vivir no han mermado
A todo le da gran sentido.

Su corazón, mi planta medicinal
Su hombro, reclinatorio de mi dolor
Sus oídos, mi confesionario
Su boca, mi consejero espiritual.

El fuego de su alma incendió la mía
Y ahora no dejará de arder
De sus palabras me he de asir
Me dio su vida y yo le pagaría con la mía.

Se hacía llamar, mi madre
Por suerte para mi, aun lo hace
Felicidad a mi madre
A quien agradezco su existir.

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