lunes, 20 de febrero de 2012

Disturbio


Busco en cada rincón un pedacito de eco de tu voz para intentar ensamblarte de vuelta, pero no lo logro, rompo el espejo para intentar liberar a mi reflejo y me ayude a buscarte, lo logré sacar pero se desmayó, el oxigeno que se respira tras el espejo no parece ser el mismo que yo respiro. Se pone pálido, hago todo por reanimarlo, fallan mis intentos, lo arrojé a un charco cercano, se veía desvanecido pero estable. Me marché en tu búsqueda otra vez.

No lo hice pero parece que me tragué un par de arañas, usan como seda mi soledad y tejen nudos en mi garganta. Te escucho, dentro de mí pero lejos. En mi mente corrían rumores como río desbordado, intentaste deshacerte de mí, al parecer no lo conseguiste, la distancia sólo te separó de mi materia más no de mi recuerdo. Ahora supongo estar persiguiendo eso que no quiere ser perseguido y tapo mis oídos más es inútil, mil auroras vuelan a mi alrededor, escucho voces sin saber de dónde provienen, a lo mejor me convertí en la pared de tus recuerdos por eso desde entonces pinté las paredes con el fin de que así ya no escuchen sobre mí y le cuenten al mundo dónde estoy oculto. Quiero respirar y no puedo, mi pecho es de piedra ahora, ya no soy más de carne y hueso; mis ojos se vuelven ventanas y brindan un poco de luz al eco de tu voz que está cautivo en el calabozo de mis recuerdos.

2 comentarios:

  1. Que bello relato poético. Y pues si, que martirio nuestra vida luego del desamor, que la mente queda como casa embrujada atormentada a cada segundo por los fantasmas del recuerdo... :/

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    1. Gracias José Luis. Aunque, a veces la vida es un rompecabezas, y esos recuerdos son piezas necesarias para completarlo. Un saludo enorme ...

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