Decir que te he olvidado y creer que lo creo, una paliativo poco eficaz, pues el corazón sabe que no, que nunca lo haré, saber de tu existencia basta y sobra para vivir una eternidad en la agitación modular del péndulo. Vivir en tu olvido es no vivir, sólo sé que existes, ese combustible basta y sobra para mover toda esa maquinaria de fe que mucho tiempo estuvo detenida, vestida de herrumbre y polvo. Ese corazón que estuvo detenido por décadas, inició su avance, cuando supo de tu existencia.
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