domingo, 6 de abril de 2014

Estatua

Desperté sin recordar nada, todo daba vueltas como el planeta pero sin enmarcar las 24 horas, mis pensamientos no cesaban, como río fluyendo entre las piedras, hacían un ruido extraño que mantenía mi atención fija, al intentar girar la cabeza, miré a la medusa de frente, me miró fijamente mientras sus cabellos de serpiente figuraban látigos queriendo devorar de un bocado mi piel, mientras me miraba me quedé petrificado, no podía moverme, mis brazos no me respondían al igual que mis piernas, no podía gritar por más que mi mente sollozaba y esos gritos se opacaban una y otra vez, se desvanecían en mi interior, mi cuerpo se había convertido en el cautiverio de mi alma, la medusa se sonreía de forma expansiva mientras mi mente exigía movilidad a mi cuerpo sin algún resultado. Mientras veía como poco a poco mi cuerpo se convertía en piedra, imaginé en un segundo: cómo sería mi vida de estatua, en lugar de pensamientos tendría palomas rondándome la cabeza, ya no sentiría la brisa del mar, ya no probaría los deliciosos manjares de la vida. Ojalá me pongan en un parque, me dije, así podré ver a las muchachas guapas mientras el viento juega con sus cabellos y los turistas a mi lado tomándose fotos. De pronto volví en mí, no se trataba de medusa, era un espejo, un espejo que poco a poco me petrificaba mientras reflejaba mi realidad, mi realidad la cual no aceptaba, la que siempre me mantenía atrapado en la imaginación, una imaginación la cual puede mantenerme atrapado durante una eternidad en tan solo unos cuantos segundos.

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