lunes, 23 de julio de 2012

Fue un juego


Ella se sentía culpable al ver lo que había hecho empero no se arrepentía de lo sucedido. El aire con sabor a sal revuelto con humedad del atardecer la bañaban en culpa, una sudoración extenuante le desgastaba las ideas girando en sus pensamientos, un carrusel que se repetían una y otra vez en su laberinto de memorias. Las personas no mueren de amor, dicen, ella demostró lo contrario, cuando detonó el beso con su lengua como percutor sobre la frente de aquel inocente muchacho enamorado, sus labios aún desprendían olor a pólvora quemada. Usó el cariño como silenciador para disparar ese beso con la punta de sus labios, el beso expansivo se ramificó a través de todas sus neuronas dejando esquirlas de luz tenue, raíces secas de un árbol con anterioridad frondosas. No hubo testigos, por lo tanto no se le acusó. Ella sabía que la decisión fue tomada por parte del muchacho, le insistió tanto a ella jugando a una especie de ruleta rusa, fue ingenuo creyendo que esos labios eran inofensivos.

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