jueves, 2 de agosto de 2012

Historia de supermercado


Raymundo y María se conocieron en un supermercado, establecieron el primer contacto visual cerca de cajas, eran las 18:45 en un día de quincena ordinario [No lo sería para ellos]. —¿Qué haces, Raymundo, a estas horas en el supermercado? Si todo lo dejas para mañana—. Después del primer avistamiento, y con la mirada clavada en María, la siguió en cada paso hasta que la vio desaparecer justo en la sección de lencería, Raymundo era gustoso de andar por ahí pero una barrera de pudor y moralidad lo frenó, la dejó de seguir. Veinte minutos más tarde, María, en la sección de panadería; se dio cuenta que la miraban, era Raymundo enfrente, en la sección de Vinos. María se las gastó para esconderse entre la bollería y los pasteles, siendo que ella estaba a dieta, logró evadir el antojo, eso no detendría a Raymundo. Raymundo tendió una trampa, se las ingenió para cambiar algunos precios en la sección de frutas y verduras, las ofertas fueron anunciadas por altavoz —No podrá resistirse, vendrá—por supuesto, fue, pero al ver la multitud apoderándose de la mercancía; se retiró inmediatamente, sin embargo Raymundo no desistió. María estaba escuchando algunos discos, Raymundo a espalda de María dijo —De ese disco me gusta la canción «Tu mirada es inolvidable»— [La canción favorita de María]. María sonriendo volteó rápidamente construyendo un puente con la mirada de Raymundo, así como construyeron el puente, se vino abajo inmediatamente. Entonces María comenzó a huir perseguida por Raymundo, tropezándose con lechugas y zanahorias, la persecución se prolongó desde la sección de desodorantes y tintes para el cabello hasta electrodomésticos, Raymundo pudo resistir la tentación al pasar frente a los refrigeradores de cervezas bien frías, todo por María. Al final, la perdió de vista, no pudo seguirle el rastro a pesar de haberla correteado con un carrito de compras. Desilusionado, Raymundo pasó frente a cajas a liquidar su mercancía. Cuando llegó a casa, mientras colocaba las cosas en su alacena, dentro de la bolsa encontró una servilleta con un número telefónico anotado y una nota que decía: «Hola, mi nombre es María, llámame».

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