Sos un héroe por enfrentarte al destino y trazar otro
camino, aunque las arenas del tiempo caen sobre tu cuerpo, intentan sembrarte
vivo, escapas, las linternas de tus ojos ya no quieren dar luz, pero tu
heroísmo impide apagar esa llama, el peor castigo que puedes recibir es no
pelear, dejarte enfrascar por los gigantes para que te coleccionen junto a sus especímenes
raros y se diviertan de vez en cuando agitando el frasco. EL miedo forja a los héroes,
calienta tu alma al rojo vivo hasta derretirla, vertiéndola poco a poco en tu
cuerpo, el héroe está listo para luchar por sus ideales, abriendo una trocha
cada vez más amplia entre los rumores; para los demás nada de esto tiene
sentido, para tí, para el héroe sobran palabras, sobra entendimiento, falta
temor, falta suponer. El héroe no busca castigar, busca un equilibrio entre la
bruma que opaca el universo, se alimenta de justicia, sí, el héroe se alimenta
de justicia aunque el significado de esa palabra esté erosionándose últimamente.
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